La mañana del 14 de agosto de 2005 se convirtió en una fecha que marcó a la aviación mundial. Ese día sucedió un hecho catalogado por muchos como “el vuelo fantasma”.
Poco tiempo después de haber despegado del aeropuerto internacional de Lárnaca en Chipre, los 115 pasajeros y los 5 miembros de la tripulación del vuelo 522 se desvanecieron por la falta de oxígeno en la cabina. 120 personas a bordo de un avión que aparentemente voló sin problemas, parece sacado de una película de terror.
¿Qué fue lo que causó uno de los más grandes desastres aéreos del siglo XXI? Era la temporada de verano en Europa, un momento donde todas las aerolíneas aprovechan para cubrir la alta demanda por la época vacacional. La aerolínea Helios con 7 años de servicio fue una de tantas. Una pequeña flota de tres aviones operaba por Europa, aprovechando el mercado vacacional y la economía local transportando turistas por un costo económico.
En la madrugada del 14 de agosto de 2005 el Helios Boeing 737 aterriza en el aeropuerto de Larnaca en Chipre desde Londres, ahí los pilotos se dan a la tarea de notificar a mantenimiento que una puerta se había congelado durante el vuelo, así como informes de algunos ruidos anormales que venían desde la puerta trasera izquierda.
Mientras los pilotos descansaban, el equipo de mantenimiento se da a la tarea de revisar el avión y solucionar los problemas que surgieron. Al final no era nada grave que no se pudiera solucionar con algunas comprobaciones de rutina. El avión estaría listo para volar al amanecer.
Una de las pruebas rudimentarias de mantenimiento es comprobar la presurización. Uno de los pasos principales es cambiar la configuración del panel de presurización de automático a manual en la cabina. Este aparentemente insignificante paso fue crucial para los eventos del día.
Para terminar de entender lo sucedido, necesitamos tomar una clase exprés sobre los sistemas de presurización y aire acondicionado de un avión.
Es bien sabido que los humanos no podemos respirar el aire exterior de un avión en pleno vuelo, por lo que debe ser presurizado. Es decir, el aire del exterior entra en el avión, se presuriza para que los pasajeros puedan respirar y después regresa al exterior.
Una parte de lo que entra se lleva al aire acondicionado, donde se comprime y calienta para distribuirse por la cabina.Aunque un avión vuela la mayor parte del tiempo por encima de los 10.000 metros, su interior está presurizado a una altitud de no más de 2500, donde se puede respirar.
En el Boeing 737 y muchos otros aviones, el sistema puede ajustarse automáticamente según las circunstancias. Pero para que todo funcione con normalidad, el panel de presión tiene que estar en automático. Llega el amanecer y la tripulación está lista para abordar, esta vez les toca volar a Praga y Republica Checa, haciendo una breve escala en Atenas.
El Capitán Hans-Jürgen Merten era un piloto alemán que fue contratado por Helios durante la ajetreada temporada de verano para realizar estos vuelos de vacaciones. En ese momento tenía más de 35 años de experiencia. Su primer oficial, Pampos Charalambous, era otro tripulante experimentado, de 51 años. Los capitanes deben seguir una lista de verificaciones para cada etapa del vuelo, pero en este vuelo en particular, no se dieron cuenta de la posición del interruptor de presurización, por lo que cuando el avión despega a Atenas la cabina no está presurizada.
Cinco minutos después la alarma suena, pero es mal interpretada. Mientras tanto, al pasar los 3600 metros, el aire fino hace que las máscaras de oxígeno caigan del techo, lo que indica que algo anda muy mal. Recordemos que las máscaras son un recurso de emergencia por lo que cada pasajero solo tiene oxígeno para unos pocos minutos, y cuando esto sucede, los pilotos tienen que solicitar un descenso de emergencia a una altitud segura, pero este vuelo por alguna extraña razón no lo hace.
Es entonces cuando todos en el vuelo empiezan a tener náuseas y mareos, que son los primeros signos de Hipoxia, explicando así el porqué de la ausencia de los pilotos.
La hipoxia sucede cuando hay una falta de sangre oxigenada en el cerebro y otros órganos vitales, lo cual la hace una condición extremadamente peligrosa. Como resultado de la situación, los sentidos y conciencia de los tripulantes se vio gravemente afectada, terminaron confundidos y no pensaban con claridad.
Lo peor de esto, es que no te das cuenta de cuando sucede. El vuelo 737 subió a una altitud de 10,000 metros, justo como estaba programado en el piloto automático.
Antes del despegue, los pilotos programan todo, desde los datos de la ruta, la altitud y el rendimiento en las computadoras, de esta manera el avión siguió lo programado: volar a Atenas. Aunque no tenía pilotos. Una vez llegado al final de la ruta, el avión comienza a dar vueltas alrededor del su último punto de navegación y durante 40 minutos los de control aéreo tratan de contactar con el vuelo sin éxito. Es entonces cuando la fuerza aérea es notificada sobre el caso y manda dos aviones de combate F-16 para interceptarlos y cuando ven dentro de la cabina, ven a los dos pilotos sentados aparentemente muertos.
Si el avión sigue dando vueltas, eventualmente se quedará sin combustible.
De repente, los pilotos de los F-16 ven a un hombre entrar a la cabina de comando, al final, si había alguien consiente a bordo.
Se trataba de Andres Prodromou, el asistente de vuelo. Se cree que sobrevivió hasta entonces porque uso los cilindro de oxigeno adicionales.
Tenía una licencia de piloto y probablemente estaba al tanto de la situación. Pero lamentablemente nunca había comandado un Boeing 737, y aún con los cilindros sus sentidos no estaban al 100%.
A pesar de sus intentos, no pudo utilizar las radios para comunicarse.
Después de un tiempo, falla el motor izquierdo por falta de combustible, después… el derecho.
El piloto automático se desactiva y el avión comienza a descender lentamente.
Aunque el asistente no tenía conocimiento para aterrizar, logró llevar el avión a una zona rural de Grecia, evitando una tragedia aún mayor.
Unos minutos después, el avión se estrella contra una colina a unos 40 kilómetros de la capital griega.
Las 121 personas a bordo del avión mueren.
Después del accidente, la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos exigió que todos los Boeing 737 estuvieran equipados con dos luces de advertencia adicionales en la cabina, lo que indica problemas con la presurización antes de que ocurra la hipoxia.
Además, la Unión Europea ha exigido inspecciones más estrictas y cambios en una serie de procedimientos de mantenimiento, así como el fin de la entrada de aerolíneas inseguras.