El amor de una madre es tan grande que nos permite alcanzar nuestros sueños y sus enseñanzas vivirán a traves del tiempo y la mejor forma de honrarla es recordarla con amor
El amor de una madre puede casi todo. Sin duda su amor nos demuestra que cada día es posible superarse aunque todo se encuentre en contra. Son mujeres que no han dejado que nada las detenga ni las doblegue por que saben que hay algo más valioso que está esperando: su familia en casa.
“El peor defecto que tienen las madres es que se mueren antes de que uno alcance a retribuirles parte de lo que han hecho. Lo dejan a uno desvalido, culpable e irremisiblemente huérfano. Por suerte hay una sola. Porque nadie aguantaría el dolor de perderla dos veces”
El amor de una madre es tan grande que muchas veces desconocemos el pasado de esa mujer, no sabemos quién fue y no se preocupa en contarlo. Es una persona que nos demuestra que se ha reconstruido, que ha trabajado y que a pesar de todo salió adelante.
El amor de una madre garantiza bienestar aunque los tiempos sean duros. Ha dejado de comprarse cosas para ceder a las necesidades de sus hijos con la esperanza de un futuro lleno de cosas buenas para toda la familia.
Mamá, una maestra que está a lo largo de la vida
A veces no entendemos porque algunas mamás parten de nuestra vida cuando apenas comenzamos a disfrutarlas, sin embargo lo que nos dejan es un legado lleno de cosas buenas, aprendizajes que no se borran y la firme intención de repetir el ejemplo con el que vivimos.
Quizá no lo vimos cuando éramos pequeños, pero una madre es la responsable de que seamos adultos que podamos disfrutar, vivir y aprender a salir de las adversidades y superarlas con honor. Porque ese fue el propósito: hacer que sus hijos fueran mejores que ella y llegarán más lejos.
El amor de una madre es tan grande que una de sus máximas expresiones fue al dejarnos ir de casa, cuando sabía que ya estábamos listos para el mundo y donde tendríamos un hogar al que pudiéramos regresar en caso de necesitarlo.
El valor de una madre
A veces no aprendemos el valor de mamá hasta que está lejos y no podemos verla nuevamente, ni abrazarla o decirle cuánto la amamos. Quizá ese es el sentimiento de impotencia con el que nadie debería vivir, por eso si la tienes contigo dile cuanto la quieres, la valoras y la respetas por que eso la hará feliz.
Esa mujer que quizá renunció a sus sueños para darte el combustible de cumplir los tuyos, que te ayudó a creer y crear el camino para que los pudieras alcanzar…
Si un día tenemos que despedirnos de esa mujer, hay que decirle adiós con amor sincero y sin arrepentimientos: hay que recordar los abrazos, el cariño, los consejos y mantenernos atentos para seguir creciendo.
La mejor herencia que podemos tener no son las cosas materiales, son los recuerdos y los valores con los que podemos darle homenaje y agradecer por su entrega infinita.